lunes, 22 de octubre de 2012

"Fútbol + Arte = Garrincha"






Fútbol + Arte = Garrincha

Este brillante carioca es sin lugar a dudas uno de los mejores jugadores que jamás haya vestido la camiseta brasileña. Perfecto técnicamente, se ganó la admiración de los futboleros  por su valentía, atrevimiento y picardía  a la hora de jugar. Un artista con el balón.


Para todo el mundo futbolístico, Pelé es el gran talento brasileño de la historia, pero para los brasileños eso no es del todo cierto. Pelé era la estrella de aquel Brasil tricampeón del mundo (aunque el de 1962 estuvo casi todo el torneo lesionado), pero para los brasileños, igual al mítico Pelé, era un tal Manuel Francisco dos Santos (Magé - Río de Janeiro, 8 de octubre de 1933), conocido como Mané o Garrincha. Un futbolista genial en la cancha y excéntrico fuera de ella, que conquistó el corazón de los brasileños.


Garrincha ha sido uno de los extremos más habilidosos que ha tenido el fútbol, incluso para muchos, el mejor. Marcar a Garricha era un auténtico suplicio para los rivales (mi abuelo  Edwin en esas tertulias cuando visitaba su casa en Los Órganos hablábamos horas , él sentado en su mecedora y yo escuchándolo, viajando al tiempo en blanco y negro, recuerdo que  me contó que “los soviéticos quisieron aplicar el fútbol-ciencia, estudiar a los sudamericanos, según ellos habían encontrado la fórmula de anular a “Mané”, y nunca pudieron pues tenían que limitarse a observar sus amagos y gambeteos en la banda derecha, marcar a Garrincha era ir al paredón, con un cuaderno era un suicidio”).




El atacante de la canarinha tenía una peculiaridad que le añadía mayor mérito a su juego: una pierna era seis centímetros más larga que la otra. Algo que no le impidió convertirse en uno de los mejores de todos los tiempos.





Su mejor rendimiento lo hizo en el Botafogo con el dorsal número siete en donde ganó tres campeonatos cariocas, entre 1956 y 1966 (increíblemente Ciurlizza lo utilizó en el 2001 y hasta le dio suerte pues hizo algo raro en el: goles). Luego Garrincha probaría suerte en la liga colombiana, para volver al año siguiente al Flamengo. Dos años allí sin obtener títulos provocaron su marcha a Francia, ya en el ocaso de su carrera. En 1971 jugaría en el Red Star París. Un año después volvería de nuevo a Brasil para acabar su carrera en el Olaria.


Pero el verdadero éxito deportivo de Garrincha vino de la mano de su selección, con lo que llegaría disputar 54 partidos, perdiendo solo uno, y marcando 34 goles. En esa selección, junto a Pele, Didí, Vavá y Zagallo, formó un ataque temible que eclipsó el mundo del fútbol durante dos torneos mundiales seguidos. Los mundiales de 1958 y 1962 fueron su trampolín al estrellato internacional. 

Nadie regateaba como Garrincha. Nadie era tan habilidoso. Si quizás hubiera tenido algo más de cabeza, podría haber disputado el Mundial de 1970 y haberse proclamado tricampeón junto con Pelé. Pero sus problemas con el alcohol, el tabaco, y las mujeres (se casó tres veces) y una vida llena de excentricidades le alejaron prematuramente del máximo nivel.


La mejor participación que se le recuerda a este excelente extremo con la verdeamarella tuvo lugar en el Mundial de Chile 1962. Quedó elegido mejor jugador del torneo tras marcar cuatro tantos y guiar a su selección hacia el triunfo final, con el hándicap de que Pelé estuvo gran parte del campeonato lesionado y la prensa titulaba “¿Garrincha de qué planeta vienes?”.


Siempre que se hable de fútbol brasileño, la presencia de Garrincha está presente. Entre él y Pelé se reparten el honor de ser los mejores futbolistas brasileños de la historia para los antiguos, un hombre tribunero y efectivo, combinación perfecta para el pueblo.







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