martes, 25 de diciembre de 2012

Un cuento de hadas llamado: "Riquelme y el Submarino Amarillo"



Un cuento de hadas llamado: "Riquelme y el Submarino Amarillo"



A pesar de que ahora no tiene club, hubo un momento, en el que el Villareal (hoy en segunda) estuvo cerca de tocar el cielo: ganar la Liga de Campeones.  Era el año 2006 (previo al mundial de Alemania), y el pase a la final de París dependía de un penal en los pies de Juan Román Riquelme, el líder indiscutible de aquel submarino amarillo que soñó con conquistar Europa.

A veces pienso lo que pudo ser, y juego a ser justo o no, pero esto es fútbol  y este equipo de la ciudad de Valencia consiguió llegar a una instancia histórica pero dejó un sin sabor como si la historia y la camiseta le obligaba a ganar la tan ansiada copa.

El Villareal había ascendido a la Primera División de la Liga Española en el año 2000 pero con la llegada de Manuel Pellegrini en el 2004 alcanzaron la tercera posición  de la Liga con un Forlán increíble y que llegó a ser “pichichi”, el equipo estaba preparado para su aventura Europea.

Manuel Pellegrini siempre será bien recordado en Villarreal. Aquel chileno procedente de River Plate que llegó en el año 2004 (después de perder la final contra Cienciano en el 2003 por la Sudamericana) se convirtió en el mejor entrenador de la historia del club.

Ya en Champions el primer rival fue el Everton, en la fase previa, al que eliminaron, el Villareal fue al Grupo D, en el que tuvo que toparse contra Benfica, Lille, y el siempre colosal Manchester United y jugar pensando en clasificar a la entonces  Copa UEFA no estaba mal, pero contra todo pronóstico consiguió ser el primero del grupo, a pesar de que sólo marcó tres goles en esta fase.

La lid en octavos de final ante el  Rangers de Escocia no pudo estar más igualada. El equipo español se clasificó para la siguiente fase tras dos empates en los  dos partidos e hizo valer el 2-2 en Escocia frente al 1-1 de El Madrigal.

Las dudas estaban presentes y dormir así no da tranquilidad, era disfrutar el momento y esperar que sucedería después, era ir al estadio a ver al equipo y buscar una epopeya, era la cenicienta de los cuentos de hadas pero plasmado en fútbol, el cuadro era una maquinita de hombrecitos amarillos al compás de Riquelme, los goles de Forlán, la garra de Sorín, el cerebro de Pellegrini. Muchos niños quizás descubrieron que en realidad no hay lógica en este deporte y que de superar  la fase  sin conocer la victoria pudieron haberse unido al miedo de enfrentarse en cuartos de final  a uno de los grandes equipos históricos del mundo, el Inter de Milán, pero no fue así, porque se jugaba al buen fútbol  y además estaba la frase “¿Por qué no?”. Los hombrecitos amarillos mostraron un gran juego perdiendo 2 a 1 en San Siro que siendo sinceros era un triunfazo, el partido de vuelta generaba esa expectativa que cosquillea la barriga pero con finales casi siempre repetidos “jugaron bien afuera pero la camiseta del otro equipo pesaba más” pero no, porque el Villarreal logró ganar por la mínima, haciendo valer el gol en Italia y las semifinales esperaban, era el momento de disfrutar algo que nunca se había vivido en el club, la camiseta no tenía historia pero si presente, la Champions estaba a tres partidos, solo tres!!!



 El Arsenal de Wenger llegaba con un súper  equipo con Henry a la cabeza y conseguía  un 1-0 en el viejo Highbury Park, todo quedaba abierto para el partido de vuelta en España, un partido que ningún aficionado del Villareal quería perderse, tampoco los latinos que veíamos al Román de Boca, ese Riquelme que hizo todo en Argentina y que en España comprobaba la clase, el trote principesco, un tipo muy veloz con la mente y que hasta el mismo Zidane, en su último partido en el Bernabeu, le pidió la camiseta.

El Villareal jugaba excelente, quizás si el partido se jugaba sin arcos le daban la copa allí mismo, estaban a un par de goles de poder tocar la Champions League, el sueño era el esperado, los grandes eran niños y los niños tendrían qué contarle a sus nietos, pero el balón no entraba. El destino movedizo como siempre quizás lanzó una moneda al cielo y se pitó un penal, el indicado era ese gélido jugador argentino, sí el mismo Riquelme y ¿quién podía dudar del mejor pie derecho de Europa?, un mago de los que nacen cada tiempo, la cámara enfocaba más al pateador que al arquero pero cual Roberto Baggio en USA 94 falló, la pelota no entró, no entendía nada, parecía una crueldad de la vida, una bromita de Tinelli quizás.


El mundo del fútbol enderezó el rumbo de la historia, puso las cosas en orden y la final tendría al equipo inglés como protagonista pero que la perdió ante el Barza de Ronaldinho y en parte más de uno celebraba el triunfo culé como justo y vengador. La gente del submarino criticó mucho a Riquelme quien pasó de héroe a villano, y fue desterrado del reino amarillo considerándolo como sin alma para el fútbol, fue a Boca y lo sacó campeón de Libertadores nada menos.


Hoy el Villarreal está en segunda división, pasaron seis años ya, esa Champions jugada y no lograda  fue un cuento de niños,  pero este deporte es fácil de llegar pero difícil de mantenerse, como la vida misma.